de vez en cuando

domingo, 20 de mayo de 2007

Hocking Hills










Ha pasado más de un año desde mi última visita a Hocking Hills. Aun recuerdo la primera vez que junto con Bea y Pilar rentamos una cabaña por todo un fin de semana hace 5 años.

Era toda una aventura y una nueva experiencia internarnos en ese bosque de cedros y pinos, de sonidos extraños y de la sofocante humedad del verano.

La cabaña era pequeña, con solo dos dormitorios, un pequeño baño y una habitación grande que servía de cocina, comedor y sala.

Aquella primera noche no pude dormir, Pilar, que por entonces solo tenia 5 años, tampoco.Los extraños ruidos de aves y animales nocturnos no cesaban ni un minuto y la sola idea que algún oso hambriento se atreviera a visitarnos por el olor de la parrilla ,que habíamos encendido al caer la tarde y aun se encontraba humeando ligeramente mientras se iba consumiendo el carbón sazonado con los jugos de la carne, me tenia algo inquieto, sobre todo porque una gran puerta corrediza de vidrio era lo único que nos separaba de ese oscuro bosque poblado de bichos chupasangre y habitantes misteriosos.

A la mañana siguiente, el aroma de un café recién pasado me sorprendió en un fortuito sueño y llegué a la conclusión que el cansancio pudo más que cualquier fobia infundada y repentina. Bea se había despertado minutos antes y estaba preparando el desayuno y unos sandwiches para nuestro paseo.



Ese primer día habíamos programado una visita al "Old man's cave " ( " la caverna del hombre viejo " ), un lugar increíble y perfecto para cualquier aficionado a la fotografía, pues sus naturales cascadas y pétreos caminos formados por la erosión del viento y el agua crean un paisaje de una belleza digna de ser fotografiada desde cada ángulo posible.

Han pasado 5 años desde esa primer visita y aun no dejamos de emocionarnos cada vez que llegamos de nuevo, hemos escogido diferentes cabañas desde entonces, hemos ido con amigos, en grupos de 15 personas, en verano, otoño e invierno pero siempre hay algo en medio de esa naturaleza que me hace bien, me hace sentir parte de ella y quizás en alguna noche mi voz se haya confundido con todas las demás...allá, en Hocking Hills.