de vez en cuando

miércoles, 7 de febrero de 2007

Kimberly y el suéter con la calabaza.....


Capítulo 3
Circleville es un pequeña localidad ubicada a unas 25 millas al sur de Columbus, con una población de unos 11 mil habitantes apróximadamente, es otro pintoresco lugar con aire pueblerino que uno puede encontrar aqui en Ohio, y es que sin tener que viajar largas horas, uno se puede topar con pueblitos y pequeñas ciudades que te trasladan a otra dimensión, que te liberan por un momento, o por el tiempo que desees,del acosador ritmo de la metrópoli y la vida rutinaria.
Asi es Circleville, una aldea, un pueblo con la pretensión de querer ser ciudad, pero que para los ojos de un citadino como yo, que está acostumbrado,o que lo estuvo , al barullo constante de las avenidas de Lima, no lo ve así, puesto que sus pequeñas calles le ofrecen una paz mental que no relaciona o vincula con la palabra ciudad.

Circleville podría ser un pueblo más a las afueras de Columbus,muy similar a tantos otros, si no fuera porque en el mes de Octubre, se celebra el famoso festival de la calabaza, fiesta tradicional que recurre al placer de glotones comensales y curiosos visitantes para llenar sus calles de fiesta, exhibiciones, juegos mecánicos y tómbolas.Cada año los granjeros exhiben sus mejores cosechas de calabazas,que al parecer deben haber sido abonadas con esteroides, pues son gigantes comparadas con las que comúnmente suelen adornar las casas en Halloween. Hay premios para las más grandes y las mejores talladas,incluso también se elije a la Reina del festival, hermosas jóvenes disputandose el trono y la corona para tener la oportunidad de reinar, útopicamente, el alma de esas 11 mil personas, al menos hasta que otra damita sea elegida al año siguiente y la destrone.

Kimberly, está emocionada, me quiere llevar, ella disfruta del festival todos los años y come pasteles de calabaza más que nunca, yo jamás he ido a Circleville en octubre, he pasado por el pueblo eso si , como un par de veces, cuando desviándome de la 23 rumbo a Hocking Hills donde rento una cabaña cada verano y me zambullo en las tibias aguas del hot tub instalado en su terraza, curioso por una tienda de antiguedades en Mound street me he detenido a buscar algunas monedas de plata para mi colección o alguna chucheria inservible y obsoleta, como las llama Bea.

Kimberly está lista para la ocasión, tiene puesto un horrendo suéter negro con una tremenda calabaza naranja en frente, quiere llegar al pueblo y mimetizarse con el resto de las calabazas,creo yo, y para colmo me ha querido dar una sorpresa y se ha teñido el cabello de un color que armoniza perfectamente con el dibujo del cual ,oronda, ella ostenta en su pronunciado abdomen.
¿Estás listo?, me pregunta, espera que voy por mi cámara le digo, como si quisiera fotografiarme con ella !....chicos a la camioneta !, grita Kimberly para que sus tres hijos que están saltando y brincando dos casas al lado, la escuchen.
Yo he regresado con mi cámara digital en la mano, voy a ver, dependiendo de mi humor y de las ganas que tenga más tarde, si esa cámara tomará alguna foto que valga la pena.

¿Te gustan los pasteles?, me pregunta Kimberly ya instalados en su auto, allá vas a tener para escojer, déjame decirte que puedo comerme uno entero yo sola, me lo dice riendose a medias, puedo ver como se saborea y produce excesiva saliva de solo comentarlo, no lo dudo,le respondo y agrego, deben ser riquísimos y me quedo mirando por unos segundos esa anaranjada y protuberante calabaza que lleva en el suéter.

Los niños se emocionan al ver los juegos mecánicos instalados en la calle central, ya quieren bajarse del auto y salir corriendo, no los culpo, su mama no ha dejado de fumar todo el viaje, 30 minutos de nicotina revoloteando por nuestras narices.Un dia le comenté si había oído hablar del fumador de segunda mano y ella me respondió que eso era bullshit,que tarde o temprano ellos iban a fumar también, ( increíble lógica ), pero por el bien de esas tres inocentes pero endiabladas criaturas, ella ha empezado a tomar conciencia y ya no fuma mucho dentro de casa.

Mama ¿has visto todas esas calabazas?, exclamó Curtis, su hijo de 8 años, puedo llevarme una para Halloween, please?, le rogaba a su mamá mientras le jaloneaba la calabaza del suéter, si para los tres, cada uno va a tener la suya. ¿Papá y para mí?, me preguntó Pilar, si tú también vas a tener una y otra para tu papá,le respondió Kimberly, una bien grande para él, jajaja, agregó riéndose burlonamente, por un momento sentí que estaba refiriéndose a ella misma.......continuará

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